Parece que ya en la Prehistoria, la zona ocupada hoy por Villares de Órbigo, estuvo poblada de gentes tan dispares como astures, cántabros y vacceos. Y así seguimos durante muchos, muchísimos años en los que pasaron diferentes culturas que decidieron asentarse en la Península Ibérica. Hasta que, aproximadamente hacia el S.XIV, gracias al impulso económico de los asentamientos monásticos y otras instituciones religiosas, nuestra área pasa a cobrar especial relevancia comercial, al ser un excepcional paso hacia las vegas del sur y, por supuesto, del Camino de Santiago.
La inmejorable situación de nuestro enclave, en el fértil valle del curso medio del río Órbigo, hace de este lugar un lugar excepcional en muchos sentidos. Por supuesto, el agua fue lo que marcó, y sigue marcando, la vida y las relaciones de sus habitantes con sus vecinos. Tanto es así que, sin ir más lejos, el puente de origen medieval se convirtió en paso obligado de peregrinos con destino a Compostela y a otros lugares de Castilla.
Dentro de la demarcación de Villares de Órbigo, destaca Valdeiglesias, o ‘valle de las iglesias’. Recibe el curioso nombre de la gran cantidad (nueve en total) de edificaciones religiosas existentes. Entre éstas, un monasterio franciscano en la zona de las ‘Torcas del Santo’, lugar especial donde los haya, pues lo empleaban los peregrinos para su merecido descanso tras una dura jornada de caminar.
Nuestra iglesia, la de Villares de Órbigo, data de mediados del S.XVII. Está consagrada, como no podía ser de otra manera, a Santiago, pues en la clave de la puerta (barroca con casetones en las dovelas), aparece una decoración jacobea: la famosa vieira. También existe el mismo motivo decorativo en la base de la pila bautismal. Como se puede comprobar, se trataba de un punto importante, y se trata de un lugar interesantísimo, del Camino de Santiago. La iglesia también conserva una talla del S.XIII de la Virgen del Carmen. Aunque no existen datos oficiales sobre ella, los más ancianos del lugar hablan de una antigua ermita dedicada a la virgen. De ahí que todavía se llame a la zona: ‘los prados de Nuestra Señora’.
Nuestro adorado Camino de Santiago recorre los campos de Villares desde principios de la Edad Media, abandonándolo en los altos de Santibáñez y pasando a tierras de Estébanez de la Calzada. Un dato curioso es que antiguamente el pueblo estaba situado en un pequeño valle por donde transcurre el Camino. Sin embargo, durante el S.XVII un incendio lo arrasó y tuvo que ser trasladado íntegramente a una zona más baja. Hoy en día, el peregrino todavía puede contemplar los restos del pozo al pie de Camino e imaginar cómo era la vida allí.